martes, 8 de mayo de 2012

Historia encadenada

  
   

  Era un atardecer dulzón, uno de esos ocasos que nos insinúan el comienzo del otoño. Las personas caminan resignadas a sus casas después de un largo día de trabajo, conscientes de que queda todo un año para poder disfrutar de otro verano…

     Pero Don Cibilón estaba muy contento. Era la única persona de todo el barrio al que le encantaba trabajar. Entonces se tiró en su cama para descansar un rato. 

        Durante todos estos largos años de satisfactorio trabajo, a Don Cibilón le gustaba mucho relajarse un poco a la hora de la siesta y en estos días de vacaciones, tampoco había perdonado este maravilloso ritual. Siempre, a lo largo de su dilatada vida profesional, las mejores ideas se le ocurrían a la española hora de la siesta...Por cierto, ¿sabéis cual era la profesión de nuestro héroe?... 

          Pues si os digo la verdad, él es desinfectador tanto de viviendas como de jardines. Aunque parezca un trabajo aburrido y desagradable, a Don Cibilón le encanta este trabajo. 

           No cambiaría por nada del mundo esas caras de alivio, después de que una profunda fumigación en el desván, preceda las palabras más dulces y tranquilizadoras que puede escuchar un aterrorizado cliente.

-¡Ya está, queda limpio de ratones!

-¡Ufff..., menos mal! Muchas gracias Don Cibilón.

-Nada, nada. Este ha sido un trabajito muy sencillo. ¡Si yo le contara las plagas que he tenido que eliminar!

-Cuente, cuente (requirió intrigado el satisfecho cliente).

-No sé, no sé. Algo me dice que no está usted preparado para escuchar tan aterrador relato, le aseguro que gentes muy valientes han temblado de pavor al prestar oídos, y desde entonces nada les parece lo mismo.

         El cliente cada vez estaba más y más intrigado, a tal punto llegaba su curiosidad, que Don Cibilón intuyó que al buen hombre ya se le había olvidado la plaga de roedores.

Entonces don Cibilón empezó a contar su historia:
- Era una noche oscura y aterradora y yo me dirigía a la casa de un cliente. La verdad es que me había retrasado. El cliente decía que tenía una plaga,pero no de ratones si no de… ¡termitas! Pero no eran unas termitas cualquiera si no...
¡Unas enormes termitas de dos metros de largo!

- ¡Arg!, - exclamó el cliente.

-Pero no solo eran distintas a todas las termitas conocidas por su desmesurado tamaño, ni por su aspecto feroz, enfatizó nuestro héroe.

-Lo realmente raro, era lo mal habladas que eran. No se puede imaginar las palabrotas que salían entre sus cuernos curvados a ambos lados de la boca, le puedo asegurar que aún hoy, retumban en mi cabeza.

-¡Termitas gigantes mal habladas! Reflexionaba el sorprendido cliente.



- Además, resulta que un día me di cuenta de que las termitas no eran de la Tierra si no que eran termitas extraterrestres, que una vez se encontraron una radio en el espacio. Como oían muchas palabrotas en una de las emisoras, ellas las copiaban.


-¡Se encontraron una radio! Exclamo pensativo el cliente.

-Si, según me contaron ellas mismas, durante una misión de reconocimiento en un planeta no muy lejano, se encontraron una nave espacial orbitando majestuosamente…

-¿De que planeta se trataba? Interrumpió el cliente.

-Pues no recuerdo, ¡tengo una memoria de gallo!. Bueno, el caso es que dentro de la nave se encontraron de todo, revistas, libros, galletitas energéticas y una radio entre otras muchas cosas. 


   Bueno, como usted se imaginará, decidí entrar en acción y exterminarlas. Cogí todo lo necesario y bajé las escaleras que conducían al sótano. Cuando llegué al final me quedé estupefacto con lo que había visto y casi pierdo el control de mí mismo.


   -Cuente, cuente….

   - Pues la imagen era dantesca, las impresentables termitas celestes, se encontraban disfrazadas de sevillanas, con unos vestidos de volantes adornados por estampados de puntos en color rojo.

-Jua, jua ¿sevillanas?

  - Sí, sí…y ¡fumando, bebiendo y soltando unas palabrotas dignas de pirata cojo!

-Y con parche en el ojo… je, je.



-Entonces, las termitas extrañadas, me examinaron y me apresaron. Cuando me desperté me encontré metido en una jaula y di un grito de miedo.

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaa!


- Me está tomando el pelo - aseveró el cliente.

-No, no… ¡ni hablar del peluquín! es cierto como que me llamo Cibilón. La mazmorra de palitroque, tenía unas dimensiones aproximadas de 3 metros de largo, por 2 de ancho y una altura de 3 metros. Se encontraba suspendida a unos 25 centímetros del suelo y cada vez que me movía se balanceaba como un péndulo, y como no podía dejar de gritar… daba la impresión que formaba parte de un reloj asíncrono.

-¿Y que sentido tiene colgar una jaula a solo 25 centímetros del suelo?- interrogó el cliente.


-Pues mire, simplemente para que me maree.

-¡Son realmente malvadas!

-Y que lo diga. Después, me sacaron de la jaula y me llevaron a una especie de juzgado de termitas. Allí decidieron lo que harían conmigo.

-En la vista no pude estar más desprotegido, como abogado defensor me asignaron una termita muy, muy vieja y con una sordera monumental. De leyes no tenia ni idea y la verdad no importaba demasiado, pues como no era de su especie, se empeñaron en no aplicarme ninguna ley.

-Pero entonces, ¿como le pudieron juzgar?

-A eso voy….simplemente me lanzaban improperios, se reían de mi y me torturaban a base de cosquillas por todo mi cuerpo, ¡un infierno!


- ¡No me lo puedo creer! No me hubiera gustado estar en su pellejo.

-Fue horrible pero, de repente, un ser muy extraño se presentó en medio del juicio.

-¿A sí? ¿De quien se trataba exactamente?

- Era una termita sorprendentemente elegante, más estilizada, con las fauces menos pronunciadas y sobretodo, transmitía la extraña sensación de ser mucho más educado y elevado.

- ¿Pero no decía usted que era un ser muy extraño? ¿qué tiene de extraña otra termita, por educada y resultona que sea? - espetó un tanto defraudado el cliente.
 

-Pues verá,era extraña porque era de color azul celeste,tenía cola,era más larga que las demás y mucho mas educada.-Dijo Don Cibilón.

-Aaaahh.Siga contando,por favor.-Dijo el cliente.Y Don Cibilón prosiguió con su historia:


-Bueno,el caso es que la termita se presentó educadamente:


-Buenas tardes amigos,dejenme presentarme,soy Termitón III y estoy aquí para defender a este terrícola inocente.-Dijo la termita.


La anciana termita que estaba a mi lado se tuvo que ir,un tanto molesta por miedo a que la sustituyeran.

-Espere.-Interrumpió de repente el cliente.- ¿Quiere que le traiga algo de beber y algo de comer, Don Cibilón?


-Pues si no le es mucha molestia si,por favor..-Respondió Don Cibilón,y el cliente se marchó a la cocina.
 

Al rato, el cliente se presentó con un vaso de zumo de naranja y unos frutos secos. -Aquí tiene Don Cibilón, dijo el cliente. -Muchas gracias señor, contestó Don Cibilón. Ahora prosigamos mi historia.

Como iba diciendo, Termitón III se presentó en medio del juicio. Pues bien, luego la super termita dijo: - Yo seré el abogado de este terrícola ya que su defensora se ha marchado.
 
 

20 comentarios:

  1. Durante todos estos largos años de satisfactorio trabajo, a Don Cibilón le gustaba mucho relajarse un poco a la hora de la siesta y en estos días de vacaciones, tampoco había perdonado este maravilloso ritual. Siempre, a lo largo de su dilatada vida profesional, las mejores ideas se le ocurrían a la española hora de la siesta…. Por cierto ¿sabéis cual era la profesión de nuestro héroe?....

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  2. …….No cambiaría por nada del mundo esas caras de alivio, después de que una profunda fumigación en el desván, preceda las palabras más dulces y tranquilizadoras que puede escuchar un aterrorizado cliente.
    -¡Ya está, queda limpio de ratones!

    -¡Ufff..., menos mal! Muchas gracias Don Cibilón.

    -Nada, nada. Este ha sido un trabajito muy sencillo. ¡Si yo le contara las plagas que he tenido que eliminar!

    -Cuente, cuente (requirió intrigado el satisfecho cliente).

    -No sé, no sé. Algo me dice que no está usted preparado para escuchar tan aterrador relato, le aseguro que gentes muy valientes han temblado de pavor al prestar oídos, y desde entonces nada les parece lo mismo.

    El cliente cada vez estaba más y más intrigado, a tal punto llegaba su curiosidad, que Don Cibilón intuyó que al buen hombre ya se le había olvidado la plaga de roedores.

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  3. Entonces don Cibilón empezó a contar su historia.
    _ Era una noche oscura y aterradora y yo me dirigía a la casa de un cliente. La verdad es que me había retrasado. El cliente decía que tenía una plaga,pero no de ratones si no de… ¡termitas! Pero no eran unas termitas cualquiera si no...
    ¡Unas enormes termitas de dos metros de largo!

    _ ¡Arg!, - exclamó el cliente.

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  4. -Pero no solo eran distintas a todas las termitas conocidas por su desmesurado tamaño, ni por su aspecto feroz, enfatizó nuestro héroe.

    -Lo realmente raro, era lo mal habladas que eran. No se puede imaginar las palabrotas que salían entre sus cuernos curvados a ambos lados de la boca, le puedo asegurar que aún hoy, retumban en mi cabeza.

    -¡Termitas gigantes mal habladas! Reflexionaba el sorprendido cliente.

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  5. Además, resulta que un día me di cuenta de que las termitas no eran de la Tierra si no que eran termitas extraterrestres, que una vez se encontraron una radio en el espacio. Como oían muchas palabrotas en una de las emisoras, ellas las copiaban.

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  6. -¡Se encontraron una radio! Exclamo pensativo el cliente.

    -Si, según me contaron ellas mismas, durante una misión de reconocimiento en un planeta no muy lejano, se encontraron una nave espacial orbitando majestuosamente…

    -¿De que planeta se trataba? Interrumpió el cliente.

    -Pues no recuerdo, ¡tengo una memoria de gallo!. Bueno, el caso es que dentro de la nave se encontraron de todo, revistas, libros, galletitas energéticas y una radio entre otras muchas cosas.

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  7. BBuenos días, anónimo.

    Resulta un poco irónico que alguien que se llama anónimo se interese por mi identidad, pero bueno.

    Gañán solo es alguien que pretende animar a Daniel-Topeguay a escribir un poco. Me gusta mucho como lo hace. Soy consciente que es un poco difícil compartir una historia, pero confío en que sea didáctico.

    El mantener el anonimato…solo es por tenerle un poco intrigado, cuestión de “vidilla”.

    Saludos a todos.

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  8. se os esta aciendo muy largo

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  9. .....Si, creo que a Daniel Topeguay está un poco vago.....

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  10. Ya hace mucho que no sigue la historia.
    Daniel, creo que te toca a ti.
    ¿¿¿No te animas???
    Quiero saber qué pasa con las termitas extraterrestres...
    Te mando un besote.

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  11. Hola, Daniel.

    Creo que tenemos algo a medio terminar y eso no puede ser. Siempre que se comienza algún nuevo proyecto, es muy importante procurar concluirlo, pues eso es un signo de responsabilidad y madurez.

    Tenemos a tus seguidores pendientes del final del relato y tenemos que continuar. ¡¡¡Anímate!!!

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  12. yo estoi enganchadisimo

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  13. -Cuente, cuente….

    Pues la imagen era dantesca, las impresentables termitas celestes, se encontraban disfrazadas de sevillanas, con unos vestidos de volantes adornados por estampados de puntos en color rojo.

    -Jua, jua ¿sevillanas?

    Si, si…y ¡fumando, bebiendo y soltando unas palabrotas dignas de pirata cojo!

    -Y con parche en el ojo… je, je.

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    1. -Me está tomando el pelo, aseveró el cliente.

      -No, no… ¡ni hablar del peluquín! es cierto como que me llamo Cibilón.

      -La mazmorra de palitroque, tenía unas dimensiones aproximadas de 3 metros de largo, por 2 de ancho y una altura de 3 metros. Se encontraba suspendida a unos 25 centímetros del suelo y cada vez que me movía se balanceaba como un péndulo, y como no podía dejar de gritar… daba la impresión que formaba parte de un reloj asíncrono.

      -¿Y que sentido tiene colgar una jaula a solo 25 centímetros del suelo? Interrogo el cliente

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    2. -En la vista no pude estar más desprotegido, como abogado defensor me asignaron una termita muy, muy vieja y con una sordera monumental. De leyes no tenia ni idea y la verdad no importaba demasiado, pues como no era de su especie, se empeñaron en no aplicarme ninguna ley.

      -Pero entonces, ¿como le pudieron juzgar?

      -A eso voy….simplemente me lanzaban improperios, se reían de mi y me torturaban a base de cosquillas por todo mi cuerpo, ¡un infierno!

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  14. Pues me está gustando mucho la historia. A ver si la terminas Daniel. Y te deseo un muy feliz día de cumpleaños (aunque ya he visto que la tarta te la comiste ayer...)Que te lo pases muy bien.

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    1. - Era una termita sorprendentemente elegante, más estilizada, con las fauces menos pronunciadas y sobretodo, transmitía la extraña sensación de ser mucho más educado y elevado.

      - ¿Pero no decía usted que era un ser muy extraño? ¿qué tiene de extraña otra termita, por educada y resultona que sea? - espetó un tanto defraudado el cliente.

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  15. -Pues verá,era extraña porque era de color azul celeste,tenía cola,era más larga que las demás y mucho mas educada.-Dijo Don Cibi-
    lón.
    -Aaaahh.Siga contando,por favor.
    Dijo el cliente.Y Don Cibilón prosiguió con su historia:
    -Bueno,el caso es que la termita se presentó educadamente:
    -Buenas tardes amigos,dejenme presentarme,soy Termitón III y estoy aquí para defender a este terrícola inocente.
    -Dijo la termita.La anciana termita que estaba a mi lado se tuvo que ir,un tanto molesta porque la sustituyeran.
    -Espere.-Interrumpió de repente el cliente.-Quiere que le traiga algo de beber y algo de comer,Don Cibilón.
    -Pues si no le es mucha molestia si,por favor.
    Respondió Don Cibilón,y el cliente se marchó a la cocina.

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